Al escucharla, Mateo frunció el ceño.

—¿Cómo? ¿Acaso no puedes con eso?

—…

En otro tiempo, Sofía ciertamente no habría podido.

Pero, ¿quién le quitaba los tres años de vida extra que había ganado en su otra existencia?

En la vida pasada, con tal de tener temas de conversación con Alejandro, había estudiado finanzas; y para poder acompañarlo como su pareja en ocasiones sociales, se obligó a aprender idiomas extranjeros.

No era una experta, pero podía discutir y conversar sin problema con cualquier forastero.

—En fin, ya veré cómo me las arreglo. Gracias, Mateo, por la ayuda.

—No hay de qué. Al fin y al cabo, me diste el cinco por ciento de las acciones. Cada quien obtiene lo que necesita.

En esas cosas, Mateo siempre marcaba los límites con claridad.

—Ya con los papeles en mano me quedo tranquila —dijo Sofía—. Salí a escondidas, Alejandro no sabe. Tengo que regresar pronto: si la sirvienta Carmen me descubre antes de las dos, seguro se lo contará.

—¿No rompieron ya el compromiso? ¿Todav