Mateo ni siquiera le dirigió una mirada a Mariana.
Las palabras se le quedaron atoradas en la garganta; sabía que él no iba a darle ninguna consideración. Seguir hablando solo la pondría en desventaja frente a él.
Mateo extendió la mano y tomó la muñeca de Sofía. Al ver la herida tan evidente en su brazo, frunció el ceño:
—Se te dañó un tendón, hay que ir al hospital.
—¡Yo, yo no puse tanta fuerza! — protestó Mónica, tratando de zafarse y buscando con desesperación la mirada de Mariana.
Mariana intervino de inmediato:
—Fue un accidente, Mónica la pisó sin querer. Lo que sea de gastos médicos, nosotros lo cubrimos.
—¿Creen que se trata solo de dinero? —dijo Mateo con frialdad —Voy a revisar las cámaras de la biblioteca; si se demuestra que fue un ataque deliberado, llamaré a la policía, y la escuela aplicará la sanción correspondiente a Mónica según la valoración de las autoridades.
—¡Profesor Ruiz! ¡De verdad no fue a propósito! Yo… —la cara de Mónica palideció de miedo.
Su familia hab