Punto de Vista de Héctor
—¡Ella no está aquí! —le contesté con amargura.
—Si estuviera, ¿me lo dirías? —Se bajó del auto y se recarga contra la puerta.
—La verdad, no. Si se fue de tu lado, por algo será. No digo que la conozco mejor que tú, pero algo sé de ella... ¡ahora vete de mis tierras! —le grité.
Estas tierras eran mías. Las había ganado con mi propio esfuerzo, no las heredé de ninguna familia.
Estudié negocios para trabajar con humanos, dejando atrás cualquier idea de ser alfa. Pero cuando volví unos días antes de que cumpliera dieciocho años y descubrí que era mi compañera, supe que solo había una forma de alejarla de él: tenía que convertirme en alfa, competir con él, tener una manada más grande y fuerte para salvarla.
Ahora entendía que ella nunca quiso que la salvaran. No importaba lo que él hiciera, siempre lo perdonaría. Ya no quería formar parte de esa historia retorcida.
La manada que construí para ella ya no competía con la Manada del Desierto Ámbar, la superaba por co