Punto de Vista de Carla
No sabía cuánto tiempo había permanecido en su oficina con la mirada fija en la puerta por donde se había marchado, tanto que los ojos se me secaron, aunque sabía que pronto estarían bañados en lágrimas.
Sabía que no volvería por mí, pero no lograba entender cómo una conexión entre almas gemelas en la misma habitación no podía competir contra un lazo a kilómetros de distancia, aunque ella lo hubiera abandonado cuatro años atrás.
En realidad nunca tuve oportunidad alguna. La Diosa Luna debió prever todo esto. Seguramente la ofendí en otra vida y ahora pagaba las consecuencias.
Cuando mis pies comenzaron a moverse, lo hicieron por mero automatismo.
Solo quería ir a casa, aunque no sabía cuánto tardaron mis piernas en obedecer. Fui cuidadosa en cada movimiento mientras cerraba su oficina y la Casa del Alfa, para que cuando regresara fuera como si jamás hubiera estado ahí.
Sentí una claridad que no había experimentado desde mi boda con Tomás. Ya conocía mi destino,