—Bloqueaste los recuerdos de ella. —escupí.
¿Qué estaba ocultando?
Él me miró a los ojos con perplejidad, hasta que vi que la comprensión se apoderaba de su rostro. Lo que fuera, fue suficiente para que se golpeara el costado de la cabeza.
—Mierda, sí... pero no por la razón que crees. No es mi historia para contar. Clío, tú eres mi vida y nadie se interpondrá entre nosotros.
Podía sentir la atracción del vínculo de apareamiento, sentir su necesidad de que fuéramos uno, sentirlo intentando descongelar mi frialdad.
—¿Estás celosa...?
Mordí mi lengua con mucho cuidado, quería seguir discutiendo recordándole que él mató al hombre que quería hacerme su Luna, que él también había estado celoso sin comprender qué existía un acuerdo. Actuó con ira, dejando que sus emociones se apoderaran de él.
Pero no lo hice, ya que sabía con certeza que eso solo empeoraría las cosas.
—Solo me cuesta entender por qué ella todavía está aquí, eso es todo. Y no me digas que tú no te sentirías igual.
—Eres li