Punto de vista de Clío
Pasé la noche durmiendo al borde de la carretera.
Fácilmente debían ser las 2 o 3 de la madrugada cuando dejé la Manada Espina Roja, no había pensado más allá de alejarme de mamá. Ni siquiera me había dado cuenta de la hora que era, solo sabía que tenía que irme.
Detuve el coche cuando la ira comenzó a convertirse en dolor, mi visión se volvió borrosa por las lágrimas y mi respiración se volvió entrecortada por los sollozos.
Solo necesitaba dormir, no me importaba estar sola al borde de una carretera, estaba agotada.
Bajé el asiento del coche, me recosté y me acurruqué en posición fetal, llorando hasta quedarme dormida.
Había algo terapéutico en llorar hasta dormirme, algo que no había hecho en mucho tiempo. Significaba que despertaba más fuerte, más centrada... ahora solo éramos el bebé y yo.
Me desperté sobresaltada por una agente de policía que golpeó suavemente la ventanilla del coche antes de indicarme que me moviera.
Supuse que el coche de Javier no era del