Oía las cortesías de Héctor presentándole a mis padres a sus otros invitados, los padres de la compañera de Jorge.
No creía que sería capaz de mirarlos a los ojos sabiendo que yo cargaba con una futura traición hacia su hija.
—¿Necesitas ayuda en la cocina? —le pregunté a Carla, haría cualquier cosa para evitar entrar en esa habitación.
—No, gracias, cariño, ya está todo listo.
Sentí su mano posarse suavemente en mi espalda baja mientras me guiaba hacia la sala de estar, donde... y bendita sea la diosa por ella... Josi saltó y me atrajo hacia sus brazos.
Llevaba su característico vestido de seda plateado que acentuaba su figura. El contraste entre el color del vestido y su cabello no hizo más que realzar el rojo intenso de su melena suelta y lustrosa.
—Te he extrañado. —sus palabras casi arrullaron mi oído antes de que se separara y también me observara.
—Yo también te extrañé. —respondí, y cada palabra era sincera. Josi, junto con María, eran mi apoyo incondicional, por lo que quería