Punto de Vista de Héctor
Carla apenas pesaba nada entre mis brazos.
—¡Esteban, pisa a fondo! —rugí, mientras ella yacía inconsciente contra mi pecho.
Me invadió el horror al ver sangre y notar su palidez extrema, tan distinta del cálido tono dorado que solía tener su piel.
Mi aura de alfa llenó el auto con una presión que hizo a Esteban acelerar, dejando atrás los caminos normales para cruzar directamente por los campos de entrenamiento y llegar al hospital lo antes posible.
Frenamos con un derrape frente al hospital donde ya nos esperaban el médico jefe y su equipo con una camilla, gracias a que Esteban los había alertado mentalmente mientras yo solo pensaba en mantenerla con vida.
No esperé a que la colocaran en la camilla. La mantuve en mis brazos sabiendo que el tiempo jugaba en nuestra contra, mientras el médico jefe me gritaba desde atrás qué pasillos tomar y todos intentaban seguirnos el paso a Esteban y a mí.
Me sentía absolutamente inútil, sin poder hacer nada más que correr.