—¡No te atrevas, maldición! —el feroz gruñido de Lucas quizás me habría detenido en cualquier otro momento, cuando no se tratara de una situación de vida o muerte.
Pero no había nada que él pudiera hacer o decir, para detenerme de hacer esto.
Al dar un paso más cerca, Lucas agarró firmemente mi muñeca y me jaló, haciéndome chocar con su pecho firme. Él tenía miedo, lo sabía... y yo también. Tenía miedo de perder a mi papá y de arrepentirme para siempre si no lo intentaba.
—Lo voy a hacer, sé que tú también lo harías. —susurré en voz baja, mis ojos buscaban en los suyos que reconociera esa verdad.
Sabía que lo haría, si pudiera, él lo haría. Entonces, ¿por qué sería diferente para mí?
Tenía algún tipo de don, no sabía cuál era su alcance aún, pero simplemente sabía que podía hacerlo. Lo sabía del mismo modo en que entendía que mañana el sol volvería a salir... estaba tan arraigado en mí que era una parte de mi esencia, y no sentía miedo de esa parte desconocida.
—No puedo dejarte hacerl