—¡Captúralos, los necesitamos vivos para interrogarlos! —ordenó Héctor mientras escupía sangre. Incliné su cuerpo hacia un lado, solo para que él hiciera una mueca de dolor por la herida de la puñalada.
—Déjame ayudarte. —las manos de Carla estaban sobre su rostro, colocando un beso en sus labios.
—No. —ordenó él—. Llévame al hospital.
—Héctor...
—No, Carla... no dejaré que intercambies tu lugar por el mío. Ya lo has utilizado demasiado. —gruñó molesto.
Mis ojos se movieron hacia la línea de árboles mientras la fila de cazadores se alejaba, se estaban yendo. ¿Por qué se iban?
Mis ojos escanearon los prados, ¿y si... y si esto era una distracción? ¿Una artimaña para distraernos de otro lugar?
—¡Josi! —jadeé, mi voz fue ronca, ya que me dolió pronunciar su nombre por el miedo que me oprimía la garganta.
—¿Dónde está ella? —Héctor forcejeó, pero ya había comenzado a correr hacia la Casa del Alfa. No necesité voltear para saber que Javier corría a mi lado.
—¿Puedes sentirla? —gruñí junto a