—Fue entonces cuando un cálido brillo rojo emanó de mi mano y de repente, él dejó de gemir por el dolor. Simplemente, me dominó... —Josi se detuvo abruptamente, frotando su rostro con sus manos, tratando de asimilar lo que había sucedido.
—¿Qué te dominó? —susurró Carla, era como si un ruido fuerte pudiera impedir que Josi siguiera hablando.
—Un impulso abrumador de revisar su cabeza, así podría percibir los niveles de energía de sus órganos principales.
Atónitos, esa era la única manera de describir las caras de Carla y Héctor.
Ambos tenían esa mirada de ciervo frente a los faros, ambos tragaron con dificultad al mismo tiempo para recuperar sus voces.
—¿Qué percibiste en su cabeza?
—Pude ver su cabeza como una radiografía... bueno, no como una radiografía, pero podía sentir la energía y eso me dijo que estaba bien, que no tenía una lesión en la cabeza, que sobreviviría. Es difícil de explicar, no pude verlo, pero pude sentirlo. ¿Eso no es similar a lo que haces?
—No, parece que te han