—Aún no, he enviado rastreadores y los guerreros se han extendido unos cuantos kilómetros más allá de nuestras fronteras. ¿Qué piensas? —El Alfa Héctor pausó el video, encendiendo de nuevo las luces.
—¿Qué enemigos tienes? —Era plenamente consciente de que mi pregunta era directa, pero no tenían tiempo que perder.
—¡Ninguno! —respondió Javier demasiado rápido, mis ojos se dirigieron hacia él.
—Claro que hay manadas que podrían envidiar nuestro tamaño, pero ninguna que nos atacaría. ¿Cuál sería la razón?
Tenía razón, ¿cuál sería la razón? Javier y Jorge siempre me contaron con gran orgullo que sus fronteras nunca habían sido atacadas. Lo aburrido que era a veces vivir en una manada donde no pasaba nada. Pero yo sabía por experiencia que las cosas no siempre son lo que parecen.
Me di la vuelta hacia el Alfa Héctor, quien sostenía la mirada de su compañera, ambos en un enlace mental uno a uno.
Cuando cortaron su enlace mental, levanté una ceja hacia el Alfa Héctor, él estaba ocultando alg