—Ella me pertenece... es de mi manada —le declaró Tomás al Alfa Héctor.
—¿Es así? —El Alfa Héctor permaneció tranquilo frente a una fuerza ardiente, casi burlándose de Tomás.
Con una burla, Tomás se inclinó hacia adelante, con sus labios justo al lado del oído del Alfa Héctor.
—Estás disfrutando esto, ¿no?... solo recuerda que ella es mi esposa... es mi esposa por la ley de los hombres lobo. Tendrá que volver a mí —siseó entre dientes tratando de susurrar, pero aun así lo escuché.
Héctor no le respondió, ni se enfadó ante el desafío de Tomás.
Podía ser su esposa, pero no era su propiedad.
Tomás asintió lentamente, finalmente entendiendo que no volvería. Todo su cuerpo giró, mientras comenzaba a caminar hacia la salida. Todos los ojos ahora estaban sobre él, no es que lo notara. Tomás siempre había sido egocéntrico.
El Beta Esteban y algunos guerreros se acercaron, preparándose para escoltar a Tomás fuera del edificio y de los terrenos de la manada.
De repente se detuvo en medio de la s