Punto de vista de Carla
Conocer que Héctor era un híbrido humano fue un verdadero golpe. Para mí, él no parecía nada más que un lobo puro.
No hubo ningún rasgo híbrido en sus ojos anoche en la cocina. Era un depredador absoluto. El ápice de su cadena alimentaria.
Pude sentir su mirada sobre mí durante el desayuno mientras me reía los numerosos chistes de Julio. Su mirada dejó una sensación ardiente en mi piel.
Lo pillé varias veces, y ni una sola vez apartó la vista. No fingió que no estaba mirando. Sus ojos seguros sostuvieron los míos, y pude percibir el desafío en ellos, el hambre.
Tras el desayuno, nos retiramos a la sala donde Eduardo hizo un último traspaso de información con Héctor, pero tuve la impresión de que era más una formalidad.
Sus ojos permanecieron clavados en mí mientras estaba sentada al otro extremo de la sala. Mi loba me retaba a provocarlo de verdad, a darle algo digno de esa mirada intensa.
Vistiendo leggings, solo pude usar mi ajustado chaleco a mi conveniencia.