La joven loba entró a los aposentos del Alfa, y este se sorprendió ante este hecho.
- Princesa Rhada…
- Alfa Caleb – dijo, muy coquetamente, haciendo una suave reverencia, sin despegar su vista del imponente Alfa.
Hasú aun permanecía en la habitación y al ver que la joven esperaba tener una conversación a solas, hizo una reverencia en silencio y salió rapidamente del cuarto. Namar, al ver que Hasú se retiraba del lugar corrió a hablarle.
- ¿Qué ocurre, Hasú? ¿Alfa Caleb la ha llamado?
- ¿Qué modales son esos, esclava? – dijo en tono de secreto – las princesas no corren de ese modo, conserva la compostura, alguien podría verte.
- Lo siento…
- ¿Por qué ese interés en saber lo que ocurre en la habitación, Namar? – dijo Hasú, queriendo indagar en los sentimientos de Namar. Ella se sintió acorralada.
- Yo solo quiero saber qué ocurrirá conmigo.
- Las cosas ya están de un modo; nada puedes hacer… hasta donde sé, si lo que buscabas era irte de este lugar, me temo que no podrás hace