EDGARD
La seda calida del interior de su cuerpo me recibió apretadamente, toqué la dedicad piel de su abdomen y caderas y la empujé contra mi unas veces mas hasta que mi cuerpo casi se estrujó dolorosamente en busca de liberación.
Cuando esta llegó fue tan explosiva como si se tratara de la primera vez.
Cuando calmé mis ansias de ella decidí hacerle el amor de una manera más civilizada, cosa de la que nunca me cansaría.
Cuando terminó la noche, con ambos parcialmente saciados, dormimos como siempre abrazados el uno al otro encontrando así la paz que durante mucho tiempo habia sido arrebatada de nosotros por diferentes razones.
Y dentro de una semana me casaría con la muchacha más maravillosa que la v