Si estaba pasando y me agradaba no ser la única con problemas para creérselo, me daba algún tipo de margen de seguridad. Al menos por ahora.
— ¿Donde está Marianne?
—En su visita matutina para alimentar al inodoro con lo que ella no quiere — Rose hizo un sonido con asco, Amanda era demasiado expresiva además lo decía como si fuera culpa mía y no del gourmet monstruo que crecía dentro de mí.
—¡Te oí! — le grité desde arriba. Ambas rieron mientras sus inconfundibles pasos se oían a distancia, venían hacia mi cuarto.
Cuando Rose entró se abalanzó sobre mí para abrazarme con cuidado.
—Cada día estas más grande — come