EDGARD
El inevitable beso de la despedida se dio y tuve que dar media vuelta para irme.
En cuanto la deje me dirigí a la vía principal que conocía y aborde un taxi con intenciones de irme a dormir dolorido de cuerpo por no poder estar con ella y feliz del alma por que al fin, el luchado sueño de mi vida, de ser parte de algo mas que de un burdel, se hacia realidad. Ahora tenia una familia e iba a ser parte de ella, tendría la mia, mi propio hijo y mi propia mujer y tambien a mi propio padre.
Cuando llegué al hotel decidí llamar a Alexander para ir arreglandolo todo, a fin de que pudiera tomar mis ahorros y pudiera dejar de lado, de una vez y por todas, la vida a la que a temprana muerte de mi madre me había condenado.
—¿Ambrosia?— contestó la lú