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EDGARD

Reaccione un poco y decidí apartar el tema para cuando Alex no estuviera aquí, cuando pudiera echarme a llorar como un niño sin sentir la mirada acusadora de nadie, sin sentir que era juzgado por haber aprovechado la inocencia que una mujer había tenido el valor de darme. Tomé la ultima de las facturas, la mas larga de todas en la que había plasmada una suma de dinero millonaria, le pregunté y él hablo de la poderosa cantidad por los últimos servicios prestados…

—¿Quien presto el servicio?— pregunté sin entender.

—Usted… — dijo él sencillamente — la cuenta depositante es la de Marianne…

—Cooper…..— terminé yo, él se calló cuando el apellido resonó en mis labios, reconociendo de quien era, yo me quedé de piedra ya que solo lo había mencionado una vez a Alex, fue como miel en mis labios, como caricia a mis sentidos. Hacia un mes… ella había girado el dinero a mi cuenta.

Me sentí mal, muy mal, y más mal aun recordando los términos en los que nos habíamos separado. Mi Marian
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