CAPÍTULO 28

Pese a que no estaba nada convencido de que el consejo de Juls fuera ayudarme en nada, le hice caso. Llame a Anita, quedamos en una pequeña cafetería a las afueras de la ciudad. Cuando aparque el coche frente a la puerta de la cafetería, la vi sentada en una de las mesas de la esquina del local, un rincón con decoración inglesa, con lamparitas en las mesas, y manteles floreados. Allí estaba ella, en toda su esencia, sentada, con su impoluto traje gris, blusa blanca, zapatos blancos todo de Armani. Entre, me senté y saludé cortésmente. Anita se servía un té de una pequeña tetera de color rosa. Una de las cameras se acercó a nuestra mesa.

- Que desea tomar señor?

- Café americano largo solo sin azúcar, gracias.

- Tú y tus simplezas. - comentó ella.

- Sinceramente no sé qué hago aquí, siempre me has considerado poca cosa para tu hija, un simple policía, con un sueldo no muy alto, sin propiedades, viviendo de alquiler.

- Cierto. - la camarera me trajo el café, no estaba excesivamente ca
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