Pese a que no estaba nada convencido de que el consejo de Juls fuera ayudarme en nada, le hice caso. Llame a Anita, quedamos en una pequeña cafetería a las afueras de la ciudad. Cuando aparque el coche frente a la puerta de la cafetería, la vi sentada en una de las mesas de la esquina del local, un rincón con decoración inglesa, con lamparitas en las mesas, y manteles floreados. Allí estaba ella, en toda su esencia, sentada, con su impoluto traje gris, blusa blanca, zapatos blancos todo de Armani. Entre, me senté y saludé cortésmente. Anita se servía un té de una pequeña tetera de color rosa. Una de las cameras se acercó a nuestra mesa.
- Que desea tomar señor?
- Café americano largo solo sin azúcar, gracias.
- Tú y tus simplezas. - comentó ella.
- Sinceramente no sé qué hago aquí, siempre me has considerado poca cosa para tu hija, un simple policía, con un sueldo no muy alto, sin propiedades, viviendo de alquiler.
- Cierto. - la camarera me trajo el café, no estaba excesivamente ca