El viaje fue, como definirlo, arrollador. La pregunta de ¿cuando llegamos? ¿Falta Mucho? Se repitió miles de veces, por suerte a las dos horas de haber salido, las pequeñas se quedaron dormidas. Una hora más tarde, el hambre, la sed y ganas de hacer pis hicieron mella en las pequeñas.
- Tio Mario, me hago pis.
- Y yo, también tengo hambre.
- Enseguida páramos - dije intentando calmarlas, bajo la sonrisa arrolladora de Mario.
- Son incansables.
- Están emocionadas.
Mario giró el coche a la derecha, parando en un merendero en pleno campo. El paisaje de los campos de lavanda era embriagador, el color y el aroma inundaba nuestros pulmones relajando cualquier sensación. Baje del coche, inspire hondo, admirando el paisaje, sonriendo al notar que Mario me abrazaba por detrás.
- Preparada para dar de comer a la fieras?
- Preparada - me gire, sin poder evitar pegar mi cuerpo al suyo, al ver como su ojos bajaban hasta mis labios, el deseo de besarle se hizo más fuerte.
- Crees que sería i