Capítulo 52. Parte 1
Antonella:
Con cuidado, me levanto de la cama para no despertar a Marcus, pero antes de volver a mi habitación me quedo observándolo. Pienso en todo lo que ha pasado este pobre niño, al punto de pedirme que sea su madre, que por favor lo quiera. Mi corazón se rompe en mil pedazos, porque él no se merece sufrir de esta manera, y decido que seré su madre, la mejor mamá que pueda existir, y por supuesto, jamás lo defraudaré.
Me seco la última lágrima que rueda por mis mejillas, le doy un beso en la frente y apago la lámpara de su mesita de noche.
—¿Marcus se ha dormido ya? —pregunta Diego al verme entrar en nuestra habitación.
Está acostado, con el torso desnudo. Lamentablemente, no puedo evitar sentir una atracción intensa cada vez que lo veo, y una duda absurda se instala en mi cabeza: ¿se puede vivir deseando tanto a una persona? No sé si es normal o si debería preocuparme… o quizá es algo más endemoniado y Dios me cierre las puertas del cielo cuando sea mi turno.
En fin, el deseo ya