Antonella:

A lo lejos veo a Roberta salir de la mano de Marcus, quien, al vernos, corre a nuestro encuentro. Se lanza a los brazos de su padre y yo saludo a Roberta mientras padre e hijo se abrazan. Me quedo pensando en la posible reacción de Marcus cuando le contemos que viviremos todos juntos, y un repentino abrazo suyo me indica que no será difícil para él esta nueva experiencia. Le sonrío con cariño, el cual recibo de vuelta, y mi corazón se ensancha al darme cuenta de que el amor de maestra está mutando a algo más profundo.

Nos despedimos de Roberta y subimos al auto rumbo al colegio. Durante el trayecto, Marcus nos cuenta lo mucho que disfruta estar en casa de la hermana de Roberta, pues puede jugar con niños de su edad, y eso, para nosotros, es perfecto.

—Maestra...

—¿Sí, cariño? —respondo.

—¿Habrá prueba de matemáticas? —pregunta, y caigo en cuenta de que he dejado de lado mis obligaciones de maestra por andar de enamorada. El auto se detiene en un semáforo y mi subconsciente