Diego:

Llego a casa solo, tranquilo con el cariño que la familia de Roberta le da a mi hijo, un afecto que debería encontrar en su hogar y que, sin embargo, se le niega constantemente. Sonrío al pensar en la alegría de Marcus al quedarse en casa de la hermana de Roberta, pues ahí hay un chico de su edad, un amigo que, sin duda, lo estima también.

Al entrar en mi cuarto, me preocupo de poner el cerrojo para que Ambra no entre sin autorización, aunque sé que no está, ya que su auto no se encontraba estacionado cuando llegué.

Agotado por el día, me acuesto a descansar. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en que pronto viviremos juntos con Antonella, y aunque soy consciente de que ella y Marcus se llevan bien, y existe cariño entre ellos, no puedo evitar preocuparme por la reacción de mi hijo al saber que no amo a su madre y que estoy con su maestra. Dejo de pensar en lo que me depara el futuro, pues lo imagino lindo y lleno de luz. Empiezo a cerrar los ojos para descansar y dejar que u