Capítulo 22. Parte 1
Diego:
Con cuidado de no despertar a Antonella, me levanto del sofá donde pasamos la noche. Llamo a mi asistente para cancelar unas citas y regreso a la sala, donde ella sigue profundamente dormida. No puedo evitar contemplar su belleza y la serenidad de su rostro; cada línea y gestos me parecen perfectos, y siento un deseo profundo de protegerla y permanecer a su lado. Tras un rato, decido buscar el baño; subo las escaleras y doy con una puerta que, para mi mala suerte, corresponde al cuarto que comparte con Bruno. La cama está tendida, pero no puedo dejar de imaginar que allí duerme con él y recibe sus caricias, mientras yo anhelo tener solo para mí cada parte de su cuerpo. Sacudo la cabeza para apartar ese pensamiento y, al fin, encuentro el baño. Sus pertenencias están separadas de las de Bruno; hay toallas blancas y rosas, así que tomo una rosa después de hacer mis necesidades y lavarme la cara. Cojo otra toalla más grande y la enrollo en mi cintura, mientras un escalofrío reco