De nuevo, soltó una risilla nerviosa y fingió no darse cuenta antes de levantarse de la cama e ir al mueble por otra de las cremas. Quitó el inexistente polvo del producto y volvió a su posición.
«Déjate de tonterías, Jenna, no es el primer pene erecto que ves y tampoco deberías sorprenderte». Se reprendió mentalmente al mismo tiempo que sopesaba su siguiente paso.
Sonrió divertida al recordar esas películas porno de bajo presupuesto donde las chicas comenzaban un masaje y terminaban follando con el cliente.
No era muy diferente a esto, se dijo. La diferencia es que su cliente estaba paralítico.
Se rio de sí misma al pensar tonterías y se reprendió mentalmente porque ni en estos momentos podía ser seria.
Ella era una masajista profesional ahora y debía comportarse como tal, aunque a juzgar por el bulto de su paciente, este tenía otros pensamientos nada puros.
Se acomodó para seguir con la otra pierna sin dejar de ver que sin duda el cuerpo del hombre respondía a los estímulos y se p