- No... No creo que sea una de las únicas certezas de tu vida. Seguro que estás segura de que quieres a Heitor y a Babi. Y que quieres que su familia biológica pague por lo que hicieron. Y que quieres salvar a las dos niñas que te llevaste de aquí. Y que puede que no me quieras, pero te gusto.
Bajé la cabeza, asombrada por sus palabras.
- Y tengo algunas certezas sobre ti.
- ¿Cuáles? - Me quedé mirándole, curiosa.
- Que eres una chica fuerte. O mejor dicho, ya no eres una chica. Te has convertido en una mujer. Y que no tienes la culpa de nada... De absolutamente nada.
- ¿Estás hablando de mi padre y de tu madre?
- Sí.
- ¿Quieres contarme lo que pasó?
Suspiró y se dio la vuelta, sacando un mechero del bolso y encendiendo la base de la fondue. Nos puso dos platos, con las servilletas y los cubiertos adecuados. También había una copa de vino y dos de cristal en una caja, nunca usadas.
- Blanco y suave. Traer la cerveza de barril aromatizada sería demasiado para mí. - Se echó a reír.
Robi