Sonó mi teléfono y vi el número privado. Inmediatamente se me aceleró el corazón y me tembló el cuerpo. Esperaba que "él" llamara tarde o temprano.
- ¡Hola! - Mi voz sonó débil e insegura.
- Hola, sobrina. ¿Cómo te ha ido?
- Me iba muy bien... Hasta que recibí tu llamada.
La risa al otro lado era burlona. Podía oír a través de la conexión el sonido de lo que parecía un televisor encendido y varias personas hablando al mismo tiempo, con algunas voces que sonaban infantiles.
- Necesitamos cinco millones. La fecha es el lunes. Estarás esperando en la parada de taxis cerca del aeropuerto y alguien te recogerá y te llevará con tu familia.
- Tú no eres mi familia. - Prácticamente grité, antes de preguntar: - ¿Estás loco por pedirme 5 millones de norianos? - Me ech&eacut