- No hay lugar para ti en esta casa. - Anya me miró con desdén.
- Puede dormir con nosotros -sugirió Monique-.
- En mi cama. - Kimberly sonrió y me cogió la mano con alegría.
Las chicas eran dulces. Y estaba claro que les gustaba mi presencia en la casa.
- Podría dormir en el sofá -sugerí. - Mejor que dormir en la calle. - Me encogí de hombros.
- Pídele dinero a Theo -dijo Anya-.
- Está enfadado conmigo porque tuve el hijo de otro hombre.
- ¿Cómo has podido hacer eso? - Daltro me miró. - ¿Cómo puedes ser tan estúpida?
- Deben ser los genes Hernández -dije.
- Cabrón. - Alzó la voz y apuntó con el dedo en mi dirección, furioso. - Te exijo que pongas fin a esta situación y hagas las paces con los Casanovas. Esto no va a quedar así, inútil.
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