- Ninguna barra de labios es totalmente duradera ni tiene el poder de mancharse siquiera.
- He oído que Theo está trabajando en ello.
- ¿Crees que podría hacerlo? He probado varias marcas y ninguna ha pasado la prueba del beso.
- Sinceramente, creo que sí. Theo siempre ha sido muy dedicado a lo que se propone.
- ¡Maldita sea! - Siguió intentando quitarse la marca roja que no salía.
- Es sólo lápiz labial. Relájate, Ester.
- ¿Qué tal estás? - Ella me miró, todavía obsesionada con quitar la mancha.
- Pensando en quién era el hijo de puta que nos había grabado a Dimi y a mí.
- ¿Por qué no me dijiste que tenías una aventura con tu primo? - Ester dejó por fin el móvil, mirándome fijamente.
El camarero interrumpió nuestra conversación preguntándole qué iba a tomar. Ester pidió una bebida con poco alcohol.
- No tengo por qué decirte con quién me acuesto. - Me encogí de hombros.
- Pero mostré interés por él. Me sentí mal después de enterarme. Podía haberme ahorrado tirarle los tejos a Dimitry