- ¿Ha ido todo bien con nuestra invitada, Vivienne?

El Alfa dejó su taza humeante en el pequeño platillo. Esperó la respuesta a su pregunta sin mirar a ninguna de las dos. Andara deseaba ese contacto visual, buscaba con timidez los ojos del lobo, pero a la vez, temía encontrarlos ya que esa mirada causaba en ella sensaciones que nunca había experimentado. ¿Era curiosidad? ¿Agradecimiento? ¿Atracción física? ¿O algo más intenso? Su mirada prometía un torbellino de emociones y sensaciones que ella no estaba segura de poder controlar.

- Todo salió bien, la gente de la villa ya sabes cómo es. Cada uno le dio lo necesario. ¿No es así, Andara?

- Sí, así es. Todos son muy amables conmigo, muy generosos. Estoy más que agradecida con todos aquí.

- Me parece muy bien. Como te prometí, aquí no te faltará nada, pequeña...

- En realidad sí nos falta algo, Alfa - interrumpió Vivienne mientras acomodaba a Andara en una silla para que comenzara a comer de las delicias de la mesa - No tenemos una ca