88. Así no debían ser las cosas
Alessia sentía que el aire se le escapaba de los pulmones, no podía creer lo que estaba sobre su escritorio y no podía llamar a Grace, pues los recién casados estaban en su corta luna de miel. Silvia no sabía qué hacer con su jefa, solo se limitó a acercarle un vaso de agua y a observarla, como si con eso pudiera evitar que le diera un ataque.
El teléfono del escritorio de Silvia sonó y tuvo que salir de prisa a contestarlo.
Ale levantó la revista, su cabeza no dejaba de repetir en su mente la celebración de la boda, en un intento de entender cómo era que había llegado a ser la imagen de una revista de chismes. No había sido capaz de abrirla y ver completa la noticia, pues con los solos titulares ya se sentía expuesta ante todos.
La puerta de la oficina se abrió de nuevo, ella ni se molestó en mirar, pues pensó que sería Silvia, pero una voz masculina la exaltó.
—Alessia, ¿qué ha pasado? —preguntó.
—¡Así no debían ser las cosas! —gritó ella y dejó fluir sus lágrimas ante lo abruma