Travis
— No quiero, todavía soy muy joven y tengo muchas cosas que descubrir antes de perder mi libertad. — Me muerdo el labio inferior y cubro mi boca con mi mano, estoy a punto de explotar de la risa, algo que no estoy acostumbrado a hacer.
Zoa ha llegado corriendo como una posesa, seguida por su eterna amiga Lila, y ha empezado a hablar de libertad y no sé de qué otras cosas, sin que ni sus padres, ni yo pudiésemos detenerla.
— Te dije que le había faltado algo de oxígeno al nacer — explica la madre de Zoa, una hermosa mujer de cabello rojizo, igual que el de su hija, con mucha clase.
— ¿Por eso no tiene amigas? — acota Lila, que se encuentra de pie a mi lado.
— Por eso solo te tengo a ti de amiga, has descubierto mi secreto — Escondo una sonrisa y trato de llamar la atención de Zoa, algo que por supuesto no logro.
— Hija mía, me alegra que llegaras, toma asiento al lado de Travis. Lila, igual tú, siéntate aquí a mi lado — el señor Bellerose logra centrar a las chicas y que se sient