— Entonces ve a comprarme unas pruebas de embarazo y así lo sabemos ahora — Lila se vuelve a mirarme y levanta una ceja de manera graciosa.
— ¿Ahora? Vas a casarte en menos de diez minutos — me dice mirando su fino reloj.
— Pues no lo haré hasta que me haga esa estúpida prueba, Travis ya esperó lo mucho que espere lo menos y ni que fuera a desflorarme, ya hemos quemado ese puente — Continúo enfurruñada.
— Pobre de Travis, no sabe lo que se le viene, pierna arriba. Creo que vi una farmacia aquí al lado — Lila sale corriendo como si se encontrara en una carrera de cuatrocientos metros en los juegos olímpicos y yo me quedo mirando mis uñas pintadas de un color natural y tengo que resistir la tentación de comérmelas una por una.
— Hija, ya es hora — Mi padre entra al salón privado con una sonrisa en su rostro.
Desde que acepté casarme con Travis, parece un niño viviendo una Navidad eterna.
— Todavía no estoy lista, papá — le digo con vos baja.
— ¿Cómo que no estás lista? Estás aquí vestid