**LEONARDO**
Me observé en el espejo durante varios minutos… más de los que debería. La tela del traje caía perfecta sobre mis hombros, como si estuviera hecho a medida por alguien que conocía cada rincón de mi cuerpo, pero no de mi alma. El nudo de la corbata estaba impecable, como una soga elegante dispuesta con sutileza. Los zapatos relucían como si no hubieran tocado nunca el suelo, como si todavía pertenecieran a un hombre limpio, sin polvo en la conciencia.
Afuera, el mundo celebraba. Dentro de mí, solo había silencio.
Un hombre preparado para lo que otros llamarían “el día más importante de su vida”. Pero yo no podía evitar sentir que me estaban vistiendo para una ceremonia que no me pertenecía.
Me incliné un poco hacia el espejo, buscando en mis propios ojos algo de certeza, una chispa de convicción. No la encontré. Solo vi a un hombre que fingía estar entero.
—Hoy solo... se trata de cumplir —dije en voz baja, casi en un susurro. Como si admitirlo en voz alta pudiera liberarm