Al día siguiente, ya media mañana, las chicas seguían durmiendo, se habían pasado casi toda la noche despiertas y contando sobre sus vidas; de donde venían, sus familias, cómo es que llegaron a Juilliard, al fin, terminaron acostándose de madrugada por ese motivo todavía seguían durmiendo. Eso no iba a durar mucho más, ya que la puerta de las jóvenes comenzó a hacer ruido indicando que alguien del otro lado estaba llamando. Kansas es la primera en abrir los ojos, al mirar a su alrededor observa como los demás seguían durmiendo. Aye dormía sobre su costado derecho abrazando la almohada y Bonnie boca arriba con unas antiparras color rosa tapando sus ojos. Suspirando se levanta de la cama para atender al llamado. Al abrir la puerta se encuentra con un hombre de traje que sostenía un pequeño paquete entre sus manos.
—¿La señorita Ayelén Betanckurt? —pregunta el hombre.
—Está durmiendo, ¿qué sucede? —pregunta la joven.
—Tengo una entrega para ella —le hace saber el hombre.
—Puede dárme