Señorita, ¿pervertida?
Adeline se estremeció al escuchar la voz ronca de su esposo, que inmediatamente se apartó e intentó justificarse.

—¡Ashal! No es lo que piensas, yo solo quería…

Ignorando las justificaciones desesperadas de su esposa, Ashal la atrapó de la muñeca para atraerla hacia él y luego añadir cínicamente.

—¿Qué sucede? ¿Por qué tiemblas conejita?

—¿Eh? Que… que… ¿Qué piensas hacer? —preguntó nerviosa.

—No sé, ¿tú que querías hacerme mientras yo dormía? —reviró mientras besaba seductoramente la delicada muñeca.

—Yo… bueno… quería revisar…

—¿Qué tan grande es? —completó Ashal atrevidamente.

—¿Qué? ¡No! Yo solo quería ver que no tuvieras más heridas —replicó Adeline un tanto indignada por el atrevimiento de su marido.

Ashal sonrió perversamente y luego añadió.

—¿En serio? No tenía idea de que te gustara jugar a la enfermera.

Ofendida por el cinismo de Ashal, la joven comenzó a forcejear para librarse de sus garras.

—¿De qué hablas? ¡Suéltame! Yo solo quería curarte, pero veo que ya est
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