AURORA SUMMER
Cuatro años después.
Me desperté de un salto, jadeando, por culpa de la terrible pesadilla que acababa de tener, la misma pesadilla que me atormenta desde hace cuatro años. Todas las noches es como si me transportara de regreso a aquel día terrible en que mi hijo me fue arrebatado.
El día en que se abrió un agujero en mi corazón que solo mi hijo puede llenar.
Ese día, cuando ya estaba lo suficientemente calmada y me dijeron que había imágenes de las cámaras de seguridad mostrando a alguien llevándose a mi hijo, buscaron y buscaron, pero todos los esfuerzos por encontrarlo fueron en vano. Lo sostuve solo una vez y eso fue todo. Alguien se lo llevó lejos de mí.
Ya han pasado cuatro años y aún no hay señales de mi hijo. Era como si nunca hubiera existido.
Mi Andrew, mi pobre bebé, fue arrebatado de su madre antes incluso de tener la oportunidad de saber lo que es sentir el amor de una madre.
Cuatro años buscándolo, cuatro años rezando y esperando. Esperando el día en que en