230. LA INCREDULIDAD DE MÍA
La habitación se quedó por unos instantes en silencio en que ninguno de los dos decía nada imbuídos en sus propios pensamientos.
—Pero, madre, ¿no te preocupa que Sir Alexander haya aparecido?—dijo el joven Lord con cierta inquietud—. Estoy seguro de que sabe que César es su hijo legítimo y que tiene un nieto.
—Querido, no te preocupes. Me estoy encargando de eso—respondió Lady Sabina con desdén—. Sir Alexander no representa una amenaza real para nosotros, de todos los Cavendish era el que tenía el corazón más noble, será fácil liar con él. Solo debes seguir mis instrucciones al pie de la letra y todo saldrá como lo hemos planeado. Si te hubieras asegurado de que había muerto aquella vez, no lo tendríamos de estorbo ahora.
El joven Lord miró a su madre, con los ojos llenos de ira y resentimiento. A pesar de que había sido criado por Lord Henry con amor y valores, había sido arrastrado por los oscuros planes de su madre desde que tenía memoria. Sin embargo, ahora era un adulto y ya