231. PROMESA INESPERADA
Fenicio finalmente bajó los binoculares, consciente de que no podía seguir al francotirador y a Mía al mismo tiempo. Tenía que tomar una decisión. Con un suspiro pesado, guardó los binoculares en su bolsa. Tras asegurarse de que el francotirador siguiera siendo vigilado por sus hombres, regresó a la mansión.
Su mente trabajaba a toda velocidad, intentando descifrar el código indescifrable del corazón de Mía. ¿Cómo podía haber calculado tan mal? ¿Cómo podría reparar lo irreparable? Frenéticamente pensaba en una estrategia que necesitaba encontrar para redimirse, y explicarle a Mía que su propuesta mal concebida era sincera, aunque estuviese mal ejecutada.
Al entrar en la mansión, Fenicio sintió el cambio en el ambiente. La urgencia del peligro externo había dado paso a una crisis más personal e íntima. Se dirigió hacia donde sabía que encontraría a Mía. Frente a la puerta de su habitación, dudó. ¿Cómo podría convencerla de que sus proposición era verdadera, cuando había fallado ta