132. CONTINUACIÓN
A pesar de las preguntas del mayordomo, no ofreció ninguna respuesta. Según lo que el mayordomo sabía de la historia de su patrón, este odiaba al hijo ilegítimo de su padre. ¿Por qué entonces parecía tan feliz ahora?
—Y yo he estado, ¡oh dios! …, no puede ser verdad —murmuró con incredulidad. —Repite esa prueba. Necesito estar absolutamente seguro de que lo que dice es cierto. Toma la muestra directamente de mí, hazla tres veces si es necesario. Y toma este cabello, hazlo también con este —dijo el señor, abriendo un medallón que llevaba colgado al cuello.
—Sí, Sir. ¿Es el cabello de su madre? —se aventuró a preguntar el mayordomo, sosteniendo el medallón con cuidado.
La respuesta fue una mirada fría y amenazante, el mayordomo no se inmutó. Había aprendido a leer las emociones de su patrón a través de sus gestos y sabía cuándo era mejor no presionar más.
—Y que nadie se entere de esto —advirtió el señor.
—Por supuesto, Sir. Su secreto está a salvo conmigo —respondió el mayordomo,