•Sara•
Camino al dichoso club, la mirada se me va hacia la entrepierna de Sam, se marca por completo. Mi parte baja está tensa y se mojaba, acerco mi mano y la paso por su brazo descendiendo por su pecho hasta llegar a su duro barrote, noto como se acomoda y muerde sus labios, a Samuel el tiempo ni los años le pesan.
Sonrió y me quitó el cinturón, acercándome a su oído y pasó mi lengua, sin dejar de tocar toda su ancha y gruesa longitud que tiene entre las piernas.
Gruñe y detiene el coche de golpe.
—Deja el jueguito, cariño. No puedo más, ven aquí —suelta un gruñido y echa el asiento hacia atrás y de un jalón me sienta en su regazo.
Gimo presa de la excitación, me gusta verlo de esta manera.
—Tienes tres putos días sin tocarme — le reprocho.
Su mano se cuela dentro de mi vestido y sus labios dejan besos en mi cuello bajando por mi cicatriz del pecho.
—Te deseó a todo momento, Sara. Entiende, estaba muy ocupado.
—¡Aah! — sus dedos entran en mí, sin problemas, y comienza a dar