Las manos de Lyonhart temblaban y su espalda, aparte de húmeda por la lluvia, estaba empapada de sudor frío. Sus colmillos dolían y con cada bocanada de aire sentía que su vientre bajo se apretaba. Era su instinto natural de alfa respondiendo a un celo de omega.
Durante la guerra no se vio en la necesidad de tomar supresores a menos que no fuera en el día de su celo una vez cada seis meses. Los omegas tenían prohibido estar en el ejército para evitar accidentes, así que no estaba acostumbrado a lidiar con una reacción tan fuerte como la que estaba teniendo su cuerpo.
Este le pedía entrar, agarrar al omega allí adentro, abrirle las piernas y enterrar su pene hasta lo más profundo para llenar su útero de semen, mientras enterraba sus colmillos en su nuca y lo hacía suyo. Si, un omega completamente suyo. Ah, eso se oía bien.
Plash.
El alfa se abofeteó sintiendo como su mejilla ardía por lo duro que se había dado. ¿En qué estaba pensando? Primero él no era como los desgraciados aquellos q