Ashary sentía que cada paso que daba el caballo le llegaba hasta la médula, rebotando por el terreno rocoso e impidiéndole, además, dormir, con lo que le pesaban los párpados. Sus manos se apretaron sobre el vientre de Lyon y gruñó con malestar, su rostro restregándose con molestia en la espalda del alfa. No sabía si habría sido mejor caminar. No era demasiada la distancia entre un afluente y otro, aunque no estaba seguro de si llegaría. Se encontraba especialmente cansado, y con el paso de los minutos, este se hacía mayor.
–Asha, aguanta un poco más. Enjuaguémonos rápido y volvamos para que duermas –le dijo Lyon, sintiendo el agotamiento del omega a través del enlace entre ellos. Algo que realmente le extrañaba.
Quizás era por su genética de alfa que él ahora tenía más resistencia, por lo que no estaba agotado para nada. Y Ashary era omega, por lo que esta se había reducido. Pero este último había dormido bien, y no habían hecho tanto… ejercicio. Al menos no como para el nivel de ago