El trayecto hacia Lune transcurrió entre bromas y comentarios ligeros, con Amatista y Enzo disfrutando del tiempo juntos sin las tensiones habituales de sus mundos. La conversación sobre la compra del auto aún flotaba en el aire, y Amatista sabía perfectamente que el fin de semana en la mansión del campo traería más que simples lecciones de manejo.
Cuando finalmente llegaron al edificio de Lune, la estructura moderna y elegante reflejaba el prestigio de la marca que ella y Santiago habían construido desde cero.
En la entrada, Santiago y Ernesto estaban conversando animadamente. Enzo apagó el motor y bajó primero para rodear la camioneta y abrirle la puerta a Amatista con la misma naturalidad de siempre.
—Gracias, amor —dijo ella, dedicándole una sonrisa antes de bajar.
En cuanto Enzo notó a Santiago, lo saludó con un leve movimiento de cabeza. Con el tiempo, su relación había evolucionado; aunque no eran amigos, al menos podían mantener una cordialidad estratégica.
—Santiago.
—Bourth