Todos en el club aguardaban con ansias que Roque despertara. Aunque aún no había abierto los ojos, su situación seguía siendo motivo de conversación. Enzo, absorto en los recientes planteamientos de Amatista, decidió tomar acción. Llamó a Emilio, Mateo, Paolo y Massimo para revisar el nuevo enfoque, el cual tomaba en cuenta no solo a Diego, sino también los elementos personales que Amatista había señalado. Sabía que no podía seguir ignorando esos detalles.
Mientras tanto, Amatista, agotada por los eventos de las últimas horas, se acomodó en el sofá. Sus ojos se cerraron lentamente, y en poco tiempo quedó dormida, abrazada por un sueño que parecía tan necesario como profundo.
Enzo regresaba de realizar su llamada. Al verla allí, quieta y serena, una sensación de protección lo invadió. Se acercó con cuidado, tapándola con su chaqueta para brindarle algo de calor. La miró en silencio por un momento, apreciando esa calma momentánea. Sabía que fuera de esa habitación, las tensiones seguían