La luz del atardecer se filtraba a través de los ventanales del despacho, proyectando un resplandor dorado que parecía contrastar con la tensión que llenaba el ambiente. Enzo Bourth permanecía firme frente a Daniel y Joel Sorni, dos hombres que habían llegado hasta allí con intenciones de limpiar su nombre. Aunque sus gestos y palabras intentaban transmitir sinceridad, la mirada penetrante de Enzo no dejaba espacio para dudas. Cada movimiento suyo, cada palabra pronunciada, dejaba claro que el líder de la familia Bourth no estaba dispuesto a tolerar mentiras.
“Hablen,” ordenó con su tono característico, frío y autoritario, mientras se inclinaba ligeramente hacia adelante, apoyando ambas manos sobre su escritorio. “¿Qué los trae aquí?”
Daniel fue el primero en hablar, con una voz que buscaba mantener la compostura. Explicó que habían escuchado rumores vinculándolos al ataque ocurrido el día anterior y que, aunque reconocía estar molesto por la forma abrupta en la que terminaron las neg