80. Ellos ya quieren nacer.
Todavía no era el momento de que ella entrara en trabajo de parto, lo sabía, pero los dolores que sufría cada vez eran más fuertes y seguidos, tanto que no pudo evitar gritar de dolor tras esa última contracción.
Alexander entró justo en ese momento, viendo cómo Franchesca se retorcía de dolor, desplomándose en cámara lenta frente a sus ojos.
Ella sintió que todo su mundo se desvanecía, como si una sensación de oscuridad amenazara con devorarla mientras luchaba por permanecer despierta, tratando de sujetarse de lo que fuera para no caer al suelo y así no hacerle daño a sus pequeños con su caída.
El dolor se extendía por todo su cuerpo. Uno de sus hijos empezaba a luchar desde adentro por romper la bolsa embrionaria donde se encontraba. Sin embargo, ella no llegó a caer al suelo, siendo sujetada por unas fuertes y protectoras manos que conocía bien.
Alexander tuvo una extraña sensación. No sabía si era su vínculo o simplemente intuición, pero sabía que su esposa no estaba bien. Entró e