—¡No es cierto, Richard! Yo soy inocente de todo lo que se me acusa, quieren hacerme quedar mal ante ti, ¡Juro que soy inocente! —exclamó Maya
Richard la empujó de su lado y la miró severo
—Yo a ti, ya no te creo nada, eres mala Maya, eres una mala mujer, todo este tiempo jugaste con mi mente, ¿Te has divertido? ¡Me engañaste, incluso lastimaste a Carolina, solo querías mi dinero, porque tú no sabes amar! —Richard caminaba hacia ella, y la mujer retrocedía, nunca vio la mirada de Richard tan llena de odio, la aborrecía con todo el fuego de su alma, solo de pensar en su propio dolor y en el dolor de Carolina—. Tu máscara cayó, nunca serás alguien digna, te juro que te vas a arrepentir.
Richard dio la vuelta, dispuesto a irse, pero, la mujer se aferró a él, se arrodilló en el suelo, abrazándose a sus piernas, ni Carolina, Richard, o Fred podían creer en su patética actuación, incluso Fred la tomó del brazo y la empujó al suelo
—¡Patética! Tú planeaste que Carolina y yo nos encontráramos