—Es usted una mujer muy hermosa, Luna —murmuró la joven mientras trenzaba con cuidado el cabello de Aria.
Ella le sonrió a través del espejo.
—Tú también eres hermosa.
La chica se sonrojó, apartando la mirada con timidez. Pronto terminó de acomodar los mechones y se retiró con una leve reverencia. Aria se quedó sola, admirando su reflejo. No había nada especial en ella, no entendía por qué Dimitri la miraba de esa manera.
Se levantó de la silla y salió de la habitación, necesitaba aire. Caminó por los pasillos de la mansión, hasta que una presencia la detuvo.
—Luna. —La voz grave y profunda la hizo girar de inmediato, Dimitri estaba apoyado contra la pared con cabello rubio desordenado, observándola y analizando con aquellos ojos grises brillando de manera muy lobuna, ya que Forest tenía control.
—Dimitri —dijo ella con nerviosismo, su corazón latiendo más rápido de lo normal.
Él no dijo nada al principio, simplemente la contempló. Luego, en un movimiento tan rápido que ella apenas pu